Telam - 20/08/2016 12:21 | ROSARIO

UN MUCHACHO DE RULOS AGITA SU GUITARRA EN MEDIO DE UNA JOVEN QUE CANTA Y DE OTRO QUE PERCUTE CON PALILLOS EN LAS ESCALINATAS DEL CENTRO CULTURAL FONTANARROSA, ENTREGANDO UNA DE LAS POSTALES QUE POR ESTOS DÍAS DOMINAN A LA SEDE FORMATIVA DEL 13ER. ENCUENTRO NACIONAL DE MÚSICOS EN EL CENTRO DE ROSARIO.

Es que la oferta de 15 talleres que desde el lunes y hasta la tarde del sábado se ofrecen en el Fontanarrosa exhibe la avidez y la camaradería que domina estas jornadas donde compartir e intercambiar experiencias le dan cuerpo a la recuperada escena de la música popular de raíz.

El encanto del espacio que sostiene un colectivo de músicos tiende puentes entre las celebridades que dictan los cursos y las personas de diversas edades (aunque lOs jóvenes son mayoría) que asisten a la experiencia.

Por eso, unos 410 participantes con predominio de los rosarinos, pero también llegados desde Buenos Aires, de localidades vecinas y desde Chile, Uruguay, Tucumán, Córdoba, Neuquén, Mendoza y Lago Puelo, suenan con alegría desparramándose entre la rica oferta.

Las clases de tres encuentros en dos jornadas y ocho horas, son una cita de saberes donde si bien hay un docente -como los muy venerados Jorge Fandermole, Néstor Gómez y Juancho Perone, Lilián Saba, Laura Hatton o Marcelo Stenta, por citar apenas a algunos- prima la certeza de que se trata de compañeros transitando una misma senda estética y conceptual.

Justamente Fandermole, que dicta un seminario sobre el abordaje de la composición en la canción, invita a que algunos muestren sus canciones esenciales y les dice a sus interlocutores "cada uno se transforma como puede" y Luciano enseña su versión de "La casa de al lado", de Fernando Cabrera, a partir del "arreglo de mi mejor amigo que me gustó tanto que le estuve dando vueltas en el viaje de regreso a mi casa que me lleva 16 horas", revela al repasarla.

En medio de esos intercambios con 75 participantes, el autor de "Canción del pinar" y "Agua dulce" indica a Télam que el Encuentro "concentra actividades conjuntas de reflexión y de trabajo que siempre terminan dando muy buenos resultados porque permite cotejar la acción de cada uno en cierto ambiente reflexivo y crítico".

"Si vos ponés a funcionar esa mirada de manera permanente dentro de las instituciones o de lo académico eso no pasa, pero colocado en un lugar más efervescente y más fugaz es como que se concentran las intenciones, las potencialidades y las energías", reflexiona.

En las puertas del Fontanarrosa y munidas de sus cajones, las locales y docentes de música Carolina y Eliana vienen de ser parte de la impactante experiencia del entrenamiento polirrítmico sobre vidala, zamba y chacarera que Gómez y Perone comandaron a partir del legado indómito de Chango Farías Gómez.

Los arreglos de Farías Gómez se hicieron carne en un inmenso salón del tercer piso donde 56 participantes (que coronaron el viaje divididos en cuerdas de guitarras, vientos, percusión y voces) atravesaron la experiencia de vivenciar una herencia con tradiciones y novedades.

"Siento que cada vez que vengo al Encuentro me nutro de un montón de herramientas", subraya Eliana, mientras que Carolina pone el foco en "una mejor organización que te permite disfrutar de todo lo que se ofrece".

Junto a ellas, Roxana -que no se perdió ninguno de los 13 años del espacio formativo- justifica su presencia constante en que "hay que seguir creciendo y aprendiendo y acá tenés esa posibilidad".

"Hay mucho voluntariado que permite que haya esta onda y que pueda haber precios populares", resalta el discípulo de Hilda Herrera antes de especificar que este año "trabajé en conciliar los mundos de pianistas que vienen del conservatorio con buena formación académica pero poco desarrollo musical y capacidad de tocar improvisadamente y el de los músicos parrilleros a los que les cuesta mucho asumir una partitura".

En otra sala, Carlos canta su tema "La vida la" acompañado por la guitarra de Rodolfo Gorosito en el taller de la cantante Laura Hutton y luego confiesa que "la experiencia fue increíble porque me marcaron cosas puntuales que llevan la cosa para otra lado".

Otro apunte inolvidable lo relata Alejandro, un guitarrista y cantante capitalino de 21 años, quien fue el bajo solista en la versión vocal arreglada desde el taller dictado por los Cabernet Ale Dolina y Manuel Lozano de "La canción de la vaca estudiosa", que el martes se lució en El Galpón de la Música.

"Fue impresionante haber salido a cantar en público un arreglo que se armó en un día y sin haber probado sonido, lo que habla de la calidad de los profesores y de lo que significa este espacio para formarnos y sentirnos parte", sintetiza el joven artista.